A lo largo de su carrera como fotógrafo y publicista, Leopoldo Pomés siempre tuvo muy claro que si algo no era divertido, mejor no hacerlo. Decía que solo desde la diversión se puede disfrutar y que sin este disfrute es imposible sobreponerse al esfuerzo que provoca el trabajo.
El Flash Flash, por lo tanto, nunca hubiera existido si no hubiera sido un proyecto divertido. Luego, nunca se habría consolidado sin que esta diversión que sentían los fundadores la sintieran también los clientes.
Leopoldo Pomés recuerda cómo Milá y Correa diseñaron el local, un planteamiento que fue “un cop de puny”, un puñetazo encima de una Barcelona gris y clasicista. Lo importante, recuerda Pomés, “era ir a favor de la gente sin imponerle nada”. Fomentar la libertad y, al mismo tiempo, crear un ambiente en el que todo el mundo se sintiera cómodo y pudiera participar. “Ir al Flash era como formar parte de un club”, dice.
Texto Xavier Mas de Xaxás / Vídeo de Poldo Pomés - Manuel Outumuro descubrió el Flash Flash siendo un estudiante de diseño en la escuela Masana pero no empezó a frecuentarlo hasta más adelante, cuando trabajaba en la revista Por Favor con Manuel Vázquez Montalbán y Jaume Perich, pareja a la que se sumó Forges y un elenco de periodistas y dibujantes con mucho sentido del humor y la justicia.
A Outumuro, que en el tardofranquismo estaba muy lejos de dedicarse a la fotografía y la moda, el Flash Flash le parecía un restaurante “de ciencia ficción”. Le recordaba al Milky Bar de La naranja mecánica. Asegura que “era muy Kubrick” y muy rompedor al poner de moda algo aparentemente tan sencillo y antiguo como una tortilla.
Manuel Outumuro nació en Ourense pero desde muy pequeño ha vivido en Barcelona, salvo un paréntesis de cuatro años en Nueva York. De la lucha contra Franco pasó a la moda de la mano de Elsa Peretti, su maestra, pero antes estudió diseño gráfico en la escuela Massana. Al principio de su carreta e encargaba de diseñar la imagen de muchos creadores y ayudó a muchos fotógrafos de moda a preparar las sesiones.
Texto de Xavier Mas de Xaxás y vídeo de Poldo Pomés - Javier de las Muelas (Barcelona 1955) es un cantinero, un barman destacado, impulsor de la elegancia en locales donde la gente acude, sobre todo, a compartir experiencias, y que desde hace años se expanden por el mundo de la mano de la marca Dry Martini.
El Flash no es un bar de copas, ni una coctelería histórica o de lujo, pero para Javier de las Muelas es uno de esos locales que imprimen carácter a una ciudad. Las ciudades, como explica en esta entrevista, pueden leerse de muchas maneras, a través de sus calles, de su gente, de sus monumentos y comercios. De las Muelas cree que la lectura más acertada es la que se realiza a partir de sus bares y restaurantes.
El Flash Flash de 1970 ayuda a transformar una Barcelona gris y desconectada de Europa, a remarcar ese carácter innovador y cosmopolita que hoy sigue siendo una de sus señas de identidad.
Durante la entrevista, De las Muelas menciona el American Bar que Adolf Loos construyó en Viena en 1908. Es un espacio reducido, de apenas 27 metros cuadrados, diseñado por el arquitecto que introdujo en Europa una arquitecta contemporánea, libre de ornamentos superfluos. El modernismo había levantado edificios en Viena, como Barcelona, Bruselas y otras ciudades burguesas y europeas, a finales del siglo XIX. Si Loos hubiera sido catalán, habría despreciado la quincallería del Palau de la Música e impulsado el Noucentisme.
Son las líneas rectas y sencillas las que también definen al Flash. Alfonso Milá y Federico Correa, como destaca De las Muelas, crearon un clásico contemporáneo para quien el tiempo ya no tiene importancia. Sigue siendo hoy tan nuevo como en 1970. Barcelona no hubiera sido la misma sin el camino que abrió el Flash y otros locales de los años setenta. Entre ellos, el Gimlet de Javier de las Muelas. Es imposible entender el carácter de la ciudad sin entender a las personas que impulsaron estos refugios y a las que acuden a ellos con ganas de compartir mucho más que un cóctel o una tortilla
Vídeo de Poldo Pomés. Texto de Xavier Mas de Xaxás - Mercedes Milá es una de las mujeres periodistas más importantes que ha habido en España. Supo convertir la televisión en un medio próximo y sincero. Hoy puede parecer extraño porque la televisión es distante y manipuladora. ¿Alguien se cree que las preguntas de una entrevista no están pactadas y las respuestas ensayadas? Casi nadie es sincero en televisión.
Pero en octubre de 1982, cuando Milá arrancó el programa de entrevistas ‘Buenas Noches’, todo estaba por explorar y por hacer. El primer invitado fue Maradona y la actuación musical fue de Una Luz Casal, que entonces aún no había triunfado. Un año después, con el formato y el estilo consolidados -algo tan sencillo como llevar la naturalidad de la calle al plató-, Camilo José Cela confesó que era capaz de succionar un litro y medio de agua vía anal, y José Feliciano puso la música. Aun faltaban varias décadas para la explosión de la televisión friki.
Simeón Soria ha sido el maître del Flash Flash de Barcelona durante 40 años. Maître significa maestro en francés. Maestro de sala. Es un cargo fundamental en cualquier restaurante.
Antes que la comida, su sabor, textura y aroma, es la atmósfera y el diseño del local lo que da la bienvenida al cliente. El servicio suele ser la mitad del éxito de un restaurante. Sin su acierto, las filigranas del chef no sirven de nada. El servicio de sala puede hacer buena una cocina mediocre, del mismo modo que puede arruinar una cocina excelente.
Este es solo un adelanto de un vídeo que repasa los 50 años del restaurante. Algunos de los protagonistas cuentan sus experiencias y anécdotas alrededor del Flash Flash.