El comedor de la familia Segura Campins
Puede que a muchos faranduleros les cueste creerlo, pero el Flash Flash siempre ha sido un restaurante familiar. Los primeros clientes fueron un padre y su hijo, que se sentaron en la barra y pidieron un refresco. Tortillas y hamburguesas son platos de fuerte satisfacción infantil, y por eso gustan tanto también a los mayores.
De las muchas familias que han hecho del Flash su comedor particular para celebraciones y reencuentros, hemos escogido a la Segura Campins, tres generaciones en una misma mesa.
Foto de Poldo Pomés
Montse Campins, fotógrafa comprometida con los derechos de la mujer, empezó a frecuentar el restaurante cuando era una veinteañera. Entonces venía con su marido Alberto Segura a tomarse un Bullshot, el cóctel de vodka con caldo de carne que entonces se elaboraba con el preparado en lata de la marca Campbell’s. Hoy la acompañan sus hijas Irene, promotora teatral en Manchester, y Claudia, curadora del Macba, así como sus nietos Mia y Óscar.
Las familias, como muchos clientes, entran en el Flash sabiendo más o menos lo que van a comer. Tienen unos platos fijos a los que pocas veces traicionan. Claudia, por ejemplo, está abonada a la ensalada Makuki con mucha vinagreta –la que lleva atún, tomate, huevo duro y pimiento-, así como a la tortilla Panadera. Considera que no hay mejor tortilla en la carta que esta que combina el tomate con el pan tostado. Su hermana Irene, sin embargo, prefiere la de Las Niñas que lleva pollo y bechamel, un plato casi único. Ambas coinciden en que la torrija con canela forma parte de esta memoria familiar.
En pocos lugares se está más cómodo que en casa, pero el Flash, como explica Montse, se acerca bastante. Para ella es “un lugar muy acogedor, tanto como un nido”, en el que, sin embargo, “siempre tienes una sorpresa” porque “sueles coincidir con algún conocido”.
Hay que avisar que este “Flash de los conocidos” está reservado a los abonados de largas temporadas.
Texto de Xavier Mas de Xaxàs