Los puntos rojos del Flash
Mientras el blanco simboliza la paz y la pureza, el rojo es amor y odio, pátina de emociones fuertes. Cuando Federico Correa y Alfonso Milá diseñaron el Flash Flash, escogieron el blanco para la sala y el rojo para los lavabos, que estaban y siguen estando situados al fondo del local. La tranquilidad del blanco facilita la relación social inherente a la comida en un restaurante de bancos corridos como el Flash y la pasión del rojo aporta emoción y aventura a la necesidad fisiológica que debemos resolver.
El Flash fue pionero en tener un lavabo con un diseño tan cuidado como el de la sala del restaurante, como si lo que pasaba delante fuera tan importante como lo que pasaba atrás. Y es que hace 50 años, los baños en los espacios públicos como un bar o un restaurante eran muchas cosas a la vez. En el Flash, por ejemplo, se vendían cigarrillos, y se podía llamar por teléfono, así como dejar el abrigo en un armario.
El rojo también es divertido, incluso frívolo, adecuado para levantar el ánimo y apretar el acelerador. Los Ferrari son más Ferrari cuando son rojos. La mujer de rojo nada tiene que ver con la mujer de azul y Caperucita ya sabemos con qué color se cubría la cabeza cuando iba a ver al lobo feroz.
Sobre las mesas blancas del Flash, André Ricard colocó un punto rojo, su cenicero Copenhague, ejemplo de cómo los objetos más sencillos, incluso aquellos pensados para contener cenizas y colillas, pueden ser bellos. Cuando, se prohibió fumar y se retiraron los ceniceros, las mesas siguieron teniendo su punto rojo: las tapas perforadas de los saleros de cristal. Las cajas de las mostazas y las lámparas M68 de Miguel Milá son otros puntos de contraste rojo sobre el blanco y negro de las paredes.
Sin estos puntos rojos, el Flash se parecería bastante a un balneario suizo. Son notas fuertes para mantenernos sanos y alegres, quizás la gran aportación del Flash a nuestro bienestar general.